A la semana de Londres, que ya tendré tiempo de contar, nos fuimos a París. Nos tomamos uno de esos vuelos tobaras -que al final no son ni tan vuelos ni tan tobaras y que priorizan a los businessmen antes que a las mujeres, niños o inválidos-.
En horita y media aterrizábamos en De Gaulle.
Desde ahí, tren y metro hasta Gare du Nord, donde Maquis trazó un panorama sobre el perfil sociológico e identitario de europeos y latinos varios. He aquí sus reflexiones.
Ahí, combinamos para llegar a Voltaire, donde agonizaba nuestro hotel: el Grand Voltaire (que se revuelca en la tumba). Una recepcionista y cinco pisos por una escalera, sacados ambos de una peli de Lynch, nos llevaban a nuestra habitación, que olía a Gauloises, que aprendimos a querer a fuerza de sueño pesado.
Como llegamos a las cuatro de la tarde, no teníamos tiempo de mucho, pero igual dejamos nuestras cosas y salimos. Hasta hace un par de años, en París se caminaba y eso era lo más lindo. Ahora, lo más lindo es bicicletearla, porque el estado tuvo la buena idea de poner unas bicis de uso cuasi-gratuito. La cosa funciona así: vos sacás una cuenta (puede ser diaria, semanal, mensual, etc.) con tu tarjeta de crédito en una de las millones de maquinitas que hay en las esquinas parisinas. Sacar la cuenta te sale un euro que se debita directamente de tu tarjeta. Con la cuenta te dan un código, lo marcás en la misma maquinita y voilá! Podés sacar una bici. Para que no te hagan más cargos en la cuenta, tenés que devolverla dentro de la siguiente media hora. Pero lo que se puede hacer es ir hasta el siguiente punto, devolverla, y sacar otra. Y así, te hacés toda la ciudad en bici, durante todo el día y sólo por un euro. Esto te ahorra muchísimo en transporte.
De todas maneras, este primer día caminamos un poco. Nos fuimos hasta
Aprovechamos para organizar un poco nuestros próximos pasos: compramos el Eurail, sacamos pasaje a Amserdam, reservamos hotel en Amsterdam y listo. En realidad, fue todo un trámite, porque tuvimos que pedir que nos enviaran el Eurail al hotel de Amsterdam, así que eso nos hizo sufrir por un par de días.
Para festejar nuestra llegada, a la noche celebramos de la forma más parisina posible: cenamos en la cama una picada con paté, brie, cous-cous, taboule y coca porque no nos daba el cuero para comprar vino.
Gastos del día (en euros)
Hotel: 60
Tren y metro desde el aeropuerto: 16
Pseudo-almuerzo: 17,5
Internet (antes de darnos cuenta de que podíamos robar señal desde el hotel): 5
Cena pic-nic: 10
Total: 108,5 (Ups!)
Amigos! where are you!!! los extrañamos! cuenten en qué andan! muchos besos,
ResponderEliminarGabi (ela)