jueves, 16 de abril de 2009

Martes 31 de marzo - Del East End al Voltaire


A la semana de Londres, que ya tendré tiempo de contar, nos fuimos a París. Nos tomamos uno de esos vuelos tobaras -que al final no son ni tan vuelos ni tan tobaras y que priorizan a los businessmen antes que a las mujeres, niños o inválidos-.

 

En horita y media aterrizábamos en De Gaulle.

Desde ahí, tren y metro hasta Gare du Nord, donde Maquis trazó un panorama sobre el perfil sociológico e identitario de europeos y latinos varios. He aquí sus reflexiones.

Ahí, combinamos para llegar a Voltaire, donde agonizaba nuestro hotel: el Grand Voltaire (que se revuelca en la tumba). Una recepcionista y cinco pisos por una escalera, sacados ambos de una peli de Lynch, nos llevaban a nuestra habitación, que olía a Gauloises, que aprendimos a querer a fuerza de sueño pesado.

 

Como llegamos a las cuatro de la tarde, no teníamos tiempo de mucho, pero igual dejamos nuestras cosas y salimos. Hasta hace un par de años, en París se caminaba y eso era lo más lindo. Ahora, lo más lindo es bicicletearla, porque el estado tuvo la buena idea de poner unas bicis de uso cuasi-gratuito. La cosa funciona así: vos sacás una cuenta (puede ser diaria, semanal, mensual, etc.) con tu tarjeta de crédito en una de las millones de maquinitas que hay en las esquinas parisinas. Sacar la cuenta te sale un euro que se debita directamente de tu tarjeta. Con la cuenta te dan un código, lo marcás en la misma maquinita y voilá! Podés sacar una bici. Para que no te hagan más cargos en la cuenta, tenés que devolverla dentro de la siguiente media hora. Pero lo que se puede hacer es ir hasta el siguiente punto, devolverla, y sacar otra. Y así, te hacés toda la ciudad en bici, durante todo el día y sólo por un euro. Esto te ahorra muchísimo en transporte.

De todas maneras, este primer día caminamos un poco. Nos fuimos hastala Bastille, comimos algo en un cafecito –un volcán de chocolate que mama mía-. Después, estuvimos por las galerías de Place des Voges, descubrimos una biblioteca linda, linda. Sacamos algunas fotos y nos volvimos al hotel.

Aprovechamos para organizar un poco nuestros próximos pasos: compramos el Eurail, sacamos pasaje a Amserdam, reservamos hotel en Amsterdam y listo. En realidad, fue todo un trámite, porque tuvimos que pedir que nos enviaran el Eurail al hotel de Amsterdam, así que eso nos hizo sufrir por un par de días.

Para festejar nuestra llegada, a la noche celebramos de la forma más parisina posible: cenamos en la cama una picada con paté, brie, cous-cous, taboule y coca porque no nos daba el cuero para comprar vino.


Gastos del día (en euros)

 

Hotel: 60

Tren y metro desde el aeropuerto: 16

Pseudo-almuerzo: 17,5

Internet (antes de darnos cuenta de que podíamos robar señal desde el hotel): 5

Cena pic-nic: 10

Total: 108,5 (Ups!)

miércoles, 15 de abril de 2009

Paris… Je t’aime?

Debo ser una de las pocas personas a las que la idea de conocer Paris no le entusiasmaba mucho. No sé bien por qué. Quizás porque tanto me dijeron que los franceses sólo te dan bola si les hablas en su idioma y con acento perfecto, les agarré idea. O quizás también porque Mat ya había estado en París y entonces me entusiasmaba menos conocer una ciudad que él ya conocía. También puede ser porque sí. Mat encontró una explicación alternativa al asunto…

Lo que más quería conocer de París era el Louvre. Gracias a la data que nos pasó un yoruga con el que cruzamos dos palabras en el avión de Londres a París, nos enteramos que el primer domingo de cada mes, el Louvre es gratis. Así que dejamos este pequeño museito par el domingo 5 de abril. Gratarola. Ese domingo, arrancamos tempranito. Creo que a las 10 ya estábamos entrando. Por recomendación de muchos, nos limitamos a elegir las secciones qué más nos interesaban:
 
1) Mesopotamia, Antiguo Irán y Levante.
 
2) Pinturas italianas.
 
3) Pinturas francesas grandes formatos.
Eran las 4.30 de la tarde y recién habíamos hecho la mitad! El Louvre cerraba a las 6. Así que nos la pasamos corriendo de un cuadro a otro. A la Mona, la ví de lejos. Ni loca intentaba escabullirme entre el alúd de turistas haciendo fila para verla de cerca. Ya casi con los guardias de seguridad echándonos a patadas, nos metimos a ver las ruinas medievalas de lo que alguna vez fue el castillo del Louvre. Espectaculares. Así que así cumplí con mi deseo de conocer el Louvre.

Dos cosas que no esperaba de Paris: Notre Damme y los jardines de Luxemburgo. Eso sí que me sorprendió. La catedral fue una de las cosas más lindas que vimos hasta ahora. Se nos piantaron un par de lagrimones. Posta. Es muy pero muy linda. Hay mucha paz adentro. Y la arquitectura que tiene, la manera en que está pensada, es increíble. Las puertas de entrada dan hacia el oeste de la ciudad, donde está la parte administrativa. Y yendo hacia el final, hacia el altar, hacia el este, es por donde aparece el sol. Las figuras que están en las puertas de entrada, todas tienen distintos gestos que invitan a los que pasan por allá a entrar, a dejar las obligaciones y tareas diarias y caminar hacia adentro, hacia lo espiritual. La verdad nos quedamos facinadados con las explicaciones del audio-guide. Y a la noche la iluminaban toda y era más espectacular todavía.

Los jardines me encantaron porque la gente los sabe aprovechar. Fuimos un mediodía. Nos compramos unos sanguchitos y unas patisseries y nos fuimos a comer a los jardines. Estaba lleno de gente difrutando el sol, haciendo pic nic, tomando una cerveza. Todos muy pero muy relajados. Y eso que era día de semana y eran como las 3 de la tarde. Con Mat todavía no sabemos bien de qué trabajan los franceses. Alguien sabe si trabajan? Porque la ciudad estaba todos los días como de vacaciones… Los jadines del Palacio de Versalles son otra cosa increíble también. Pero esos son más aristocráticos. A mi me gustaron más los jardines del pueblo. Las sillitas verdes que pone el gobierno francés para que la gente tome sol y la pase bomba. Y hasta podes poner los piesecitos en la fuente…

Así que París me gustó. Es una ciudad napoleónica. Todo es monumental.

Uh! Otra cosa espectacular es el Pomipdou. Me había olvidado de lo bueno que está. Y las bicis! Qué buena política pública. Sacas una bici de cualquier esquina, andas media hora gratis y la devolves en cualquier otra esquina. El problema es a la tardecita-noche…empieza la carrera para encontrar los últimos lugares libres para dejar la bici. Ahí pisas cabezas con tal de no tener que andar otras 20 cuadras para encontrar el estacionamiento!


miércoles, 1 de abril de 2009

Lunes 23 - The Office

El lunes 23 de marzo fue como el primer día de clases. Me levanté al alba en lo de Nati. 6 am. Ducha, cafecito, mochilita (mochilota) y a la calle. Hacía frío. Mat me llevó de la manito, para que al menos la primera mitad del viaje fuese más amena. Nos tomamos el 8. El de siempre.

Bajamos en Liverpool Street. Beso de despedida y... a enfrentar solita el resto del viaje. Me tome el 26 hasta Waterloo Station. Waterloo es como Retiro pero en vez de tener 6 andenes tiene 20! Oh my God, no sabía para donde encarar. Podía sacar el ticket de tren en una máquina, pero no me animé. La boletería y el boletero me resultaron más amigables. Saqué el ticket y corrí a agarrar el primer tren a Richmond. El tren estaba bastante bueno, un poco mejor que el que hace Retiro-Tigre. Llegué enseguida. Y bastante temprano. Eran las 8.30. Andre ya me había anticipado que llegar a la oficina podía complicarse. Aunque tenía un mapita, encontrar Rosedale Road fue un tanto difícil. Me metí por un callejón y tuve la dicha de encontrarme con un señor muy pero muy (pero muy) British paseando a su perro. Me dio las indicaciones necesarias: "Sir, do you know where is Rosedale Road?" He hesitated and then said: "Oh, yes Rousdeil House". Parece que mi "Rousdel" no se entendió. "Oh, yes my dear, I know". "Many thanks". "Cheers". Y toda la politesse necesaria.

Llegué a la oficina antes que la recepcionista. Eran las 8.50 am. O sea, había salido de lo de Nati a las 7.15. Tardé 1 hora 35 en llegar. Es más o menos lo que tardan todos los ingleses en llegar a cualquier parte! Me quedé esperando a que alguien apareciera. Nada. No sabía aún si estaba en el lugar indicado. De pronto aparece un tipo de unos 35 años vestido en calcitas, zapatillas, transpirado. Era uno de mis jefes. Jerry. Parece que hay varios que van en bici a la ofi. Y se pelean por la ducha cuando llegan. Hay otro, Brad, que hace 20km de ida y otros tanto de vuelta tout les jours! Ben, mi otro jefe, también llegó en calzas y fue directo a la ducha. Ben es muy buena onda. Después la conocí a Kelly, quien nos hospedaría en su casa el resto de la semana. Una divina total. Me hizo la vida tan fácil...me organizó todo. Es una persona muy honesta. De esas que dicen todo lo que se les cruza por la cabeza y te hacen reir mucho. Después apareció Mirja, otra grosa. Alemana. Muy buena onda. Muy querible. Después Janina, alemana también (la oficina está poblada de alemanes) y buena onda. Brad, yanqui, un capo. Un relajado de la vida que solo le importa pasarla bien en Londres. Más tarde, Todor. Un personje total. Pide permiso para hacer preguntas, tiene un inglés de clase alta pero es búlgaro y se crió en Alemania! Después Martin. Otro divino. Es alemán, habla perfecto castellano, está casado con una española y se moría por hablar en castellano conmigo y Mateo. Tenemos una cena pendiente los cuatro en mayo. Y finalmente, the boss. Mr. John Watson. El dueño. Tiene unos 60-70 años. Es British. Y muere por los Havanna. Se comió dos Havannas por día, uno a la mañana y otro a la tarde.
Todos de lo más simpáticos y, como siempre, polite. "Oh, we are so glad to have you here", "How was your flight?", etc., etc. Y así empezó la semana laboral. Bastante tranquila. Todos son muy callados. No existen las corridas y las presiones típicas de una multinacional yanqui. Acá es distinto. Llegan todos a las 9.30 y a las 5.30 rajan todos. Pero todos. Eso es lo más. Todos tienen muy claro hasta donde llega el trabajo y donde empieza la vida familiar o el tiempo libre. Otra cosa que me llamó la atención es que nadie recibe llamadas personales a sus teléfonos. Todas las llamadas son al celular y automáticamente se levantan y se van a hablar al pasillo para no molestar.
Trabajé en mis proyectos de siempre. Pero pude preguntar y consultar cara a cara las cosas después de trabajar más de un año en forma virtual! Me gustó mucho la oficina, la gente, la forma de trabajo. El viernes, todos al pub. Al de la vuelta. A tomar unas cervecitas antes de volver a casa.

Me hubiese quedado más...Capaz en mayo, a la vuelta de las cuasi-vacaciones, pueda volver a la oficina 2 semanitas más. Ojalá.

Adios, maestro


Desde Paris te decimos adios. Hubiésemos querido verte y despedirte. Nacimos un poco antes pero crecimos con vos. En pañales te vimos trabajar por la democracia. Le diste una oportunidad al diálogo, a la libertad, a la crítica, a la expresión toda. 

Te debemos una. Varias. Gracias.